Doña Amelia Alfaro Rojas, Primer mujer que ejerció el derecho al voto
En el caserío de La Fortuna le correspondió a doña Amelia Alfaro ser la primera mujer en emitir el voto.
Doña Amelia era casada con Don Antonio Hidalgo Quesada, hombre dinámico, que puso todo su empeño en llevar progreso donde hace muchos años era solamente montaña.
La señora Alvarado Rojas nació en San Isidro de Grecia y a la edad de siete años se trasladó junto con sus padres a Venecia de San Carlos, allí se casó con el señor Hidalgo; posteriormente se trasladó a La Fortuna en mayo de 1940.
Obligación Cívica
El día en que se efectuó el plebiscito, doña Amelia era la primera que estaba en la escuela del lugar; antes de las seis de la mañana, para cumplir con su obligación cívica.
Para llevar a cabo esa obligación en el pasado, a La Fortuna, por ejemplo, llagaban las mujeres vistiendo traje de hombre, porque venían desde Pueblo Nuevo.
Muchas cargaban a sus pequeños porque no podían dejarlos en casa; sin embargo, desafiaron todas las dificultades para concurrir a emitir el voto. A las cuatro de la tarde de ese día se cerró la votación en la Tigra y La Fortuna. Los miembros de las juntas receptoras dispusieron luego hacer el recuento de la votación.
De esa manera, para esta mujer pionera en el desarrollo del distrito número siete del cantón de San Carlos fue motivo de gran júbilo el haber cumplido, por primera vez, con su deber de ciudadana.
Don Vital Castro Agüero, Historia del Templo de La Fortuna
La historia del templo de La Fortuna está íntimamente ligada a un pionero de La Fortuna, Don Vital Castro Agüero, querido y admirado por la mayoría de los vecinos, es el hombre que puso la primera y última piedra de esta obra, que identifica el favor religioso de los Fortuneños. Además, construyó la mayoría de obras importantes del distrito (La Unidad Sanitaria, La Escuela y el primer pabellón del Colegio).
Don Vital nació en San Vicente de Ciudad Quesada, en el año 1929, de un hogar formado por Celso Castro y Luz Agüero González, se casó con Doña Odili Miranda Calderón a sus 22 años. En este mes de enero (2011) cumplen 59 años de estar en la zona y aseguran que aquí se quedarán.
La Historia del Templo.
Según Don Vital, fue Late Quesada el que donó una manzana de tierra para la construcción de la Iglesia de La Fortuna, recuerda que eran dos manzanas, una para la Iglesia que regaló y otra para la plaza de fútbol, que vendió en 900 colones a la Municipalidad. Para escoger donde se ubicaría el templo, se trajo al Obispo Juan Vicente Solís. Él vino dos veces, una para escoger el terreno y otra para poner la primera piedra, que fue el 27 de abril de 1957.
“Planos solo en la imaginación”
Don Vital recuerda que el templo se construyó en forma similar a la Catedral de Ciudad Quesada, todos los años se hacían turnos donde se recaudaban 16 mil colones, y con eso trabajaban tres meses por año. Para la base de la obra, le ayudó Aurelio Solano Arrieta, que fue el que diseñó la Catedral de Ciudad Quesada, pero murió en esos días y en adelante él fue haciéndola sin planos, “todo estaba en la imaginación” recuerda.
El Templo de La Fortuna tiene 44 metros de largo y 18 de ancho, fue levantado en 12 columnas, dedicadas por don Vital a los 12 apóstoles, la torre tiene una base de 36 metros cuadrados y mide 24 metros de altura. La primera misa la presidió el padre Vargas y aún no se había terminado el templo.
Algo curioso de este Templo, es que la torre se construyó en “pedazos” para que los de la Junta Edificadora vinieran y la aprobaran, porque en principio no creían, asegura don Vital. Otro dato que destaca es que la construyó con peones de fincas que los vecinos prestaban para que le ayudaran, y tardó 16 años para terminarla.
Don Manolo Hidalgo Alfaro, Fortuneño Identificado con el Desarrollo
Llegó a La Fortuna hace 66 años, recuerda que apenas tenía 12 años cuando sus padres Antonio Hidalgo y Amelia Alfaro se trasladaron a esas tierras. Hoy a los 79 años de edad (año 2009), don Manolo Hidalgo contempla el desarrollo alcanzado y sigue brindando su aporte para que La Fortuna continúe su desarrollo.
La vida de este exitoso empresario siempre ha estado ligada al distrito. De niño recuerda la tarea dura y angustiosa de tener que cruzar los ríos y quebradas para transportar mercaderías a caballo, arriar “chanchos”, ganado o lo que le ordenara su padre. “a mis catorce años yo lloraba al tener que ir a enfrentarme a todo peligro para traer mercadería, eran tiempos difíciles, papá hacia unos sacos impermeabilizados con hule que se cargaban en las bestias al pasar los ríos, flotaban mientras los animales nadaban a la otra orilla, cuando llovía había que esperar que bajaran las aguas y así fueron mis primeros años aquí”
Don Manolo se casó a los 19 años con doña Hortemida Murillo Alfaro, de ese hogar nacieron 8 hijos: 3 Mujeres y 5 hombres. Hoy cuenta con 38 nietos y 11 bisnietos.
Como dirigente comunal siempre estuvo ligado al desarrollo de La Fortuna, fue uno de los que lideró la construcción del templo católico, donó terrenos para casas de vecinos, para obras comunales como el salón parroquial y para la construcción del mercado que aún no se levanta.
Recuerda con claridad todo el proceso de evolución que ha tenido este distrito. Desde los primeros años donde destacaba el nombre del nicaragüense Marcial Jarquín como fundador de esas tierras: “hay que ser justos él, fue la primera persona que llegó a la zona, venía a sacar hule y luego se quedó cerca de El Tanque”
Para Manolo, su vida es La Fortuna, más aún, la considera su casa. Recuerda los primeros años cuando las familias lucharon por sobrevivir con lo que la tierra les daba, su papá tenía un negocio y mucha gente pagaba con productos.
Vivió toda la tragedia del Arenal en 1968. “Fue algo muy duro, pero La Fortuna le debe mucho a la gente de Ciudad Quesada, fueron muy solidarios con nosotros; siempre pienso en que, si algo llegara a pasar con el volcán Platanar, nosotros tenemos que devolver toda esa ayuda, porque de verdad se portaron muy bien”
Don Dagoberto y Doña Olivia Quesada
Los hermanos Quesada, Don Dagoberto y Doña Olivia llegaron a las tierras de La Fortuna en 1940, por lo que son testigos fieles de los importantes cambios que se han en este distrito a lo largo de los años.
Según cuentan los hermanos Quesada, en la época de los 40 el territorio del distrito número siete se caracterizaba por la gran cantidad de montañas y animales que se adentraban en el verdor de la naturaleza, “solamente existía una calle, las condiciones de los caminos no eran muy buenas. Nosotros durábamos tres días a caballo para poder llegar a Ciudad Quesada y devolvernos hasta lo que hoy es La Fortuna”. Lo más duro del trayecto era cruzar lo que hoy es el Río Peñas Blancas y subir la cuesta de Javillos, esto porque las imponentes lluvias, que nunca cesaban obstaculizaban la ruta” Comentó Don Dagoberto Quesada.
Por su parte, Doña Ofelia recuerda cómo en esos tiempos se sufría por los constantes aguaceros. Según cuenta la señora, en ocasiones los inviernos duraban hasta dos meses; donde la puesta del sol era prácticamente invisible en ese período.
En ese tiempo, los Quesada se dedicaban a la ganadería y lechería; ellos en conjunto con sus padres producían las hortalizas que consumían diariamente.
Enfermedades
Afirmaron que las enfermedades que en aquel tiempo se presentaba eran básicamente la malaria, fiebre amarilla y parásitos, males que se curaban con hierbas naturales. “En el pasado nos curábamos a pura ayuda de Dios y con hierbas naturales; teníamos la costumbre de hacer muchas novenas para pedir por la salud de los pocos habitantes de la zona” aseguró Doña Olivia.
Por otra parte, en los animales se presentaba con gran frecuencia los tórsalos y garrapatas, considerados parásitos que producen enfermedades. En menor grado se presentaba el ántrax conocido popularmente como la “pata amarilla”.
Testigos de la Erupción
Don “Dago” con una voz firme y manteniendo siempre sus fuertes movimientos en sus manos, afirma que las pocas personas que allá por 1968 habitaban en La Fortuna jamás se imaginaron que detrás de sus humildes casas tenían un coloso hiperactivo.
“Nosotros ni por la mente nos pasaba que existía un volcán; lo impresionante sucedió cuando ese cerro explotó.
A la media noche del 28 de julio los fuertes temblores no nos dejaban dormir; esos sonidos impactaban tanto a niños como a jóvenes y adultos” Aseguró el señor Quesada. Según los Quesada ellos se dieron cuenta de la explosión al ser las once de la mañana del 29 de julio de 1968, ya que la poca comunicación que existía no permitía enterarse inmediatamente del suceso.
“Poco a poco nos fuimos enterando de la gran cantidad de animales que se quemaron debido a la tragedia del Arenal. Las personas fueron entrando en pánico, por lo que decidieron emigrar hacia otros poblados.
Las noticias que daban los principales medios de comunicación de aquella época generaban mucha incertidumbre e inseguridad; todos los habitantes empezaron a vender sus tierras” dice Doña Ofelia.
De esta manera estos pobladores que llegaron a la zona del volcán en 1940, se han convertido con el pasar de los años en fieles testigos del desarrollo que poco a poco ha adquirido La Fortuna, en donde las lechería y grandes fincas dieron paso a la construcción de hoteles, restaurantes, balnearios, entre muchos otros sitios de atracción.